Eso de mirar las botellas y crear tesis doctorales sobre como se vé cuando esta a la mitad de su capacidad siempre me resultó gracioso.
Es una percepción que cambia a cada momento. Es por ejemplo una buena mañana de monte de risas y narices de payaso, de esas que lo único que te deja marca es el tono rojizo de tu piel cuando te golpea el sol. Mañanas de invención de fuego con palitos, de pescado y carne o mil y una tonterías, cuyo postre siempre acaba en ideas locas, sobre viajes aun mas locos pero que a la larga acaban siendo realmente cuerdos.
Ahí podríamos ver la botella medio llena.
Sin embargo llega el Lunes y las sonrisas se convierten en irritantes sonidos de despertador, cuestas y una mala leche asociada al muñeco que te has convertido cuando como a cenicienta, le tocó volver a la realidad. Es tomarte un respiro y al hojear el periódico descubres que una televisión ha tenido una idea tan parecida a tu última locura en forma de líneas que todo el mundo pensará que simplemente te has apropiado de ella.
Ahí estaría medio vacía.
Así que a eso nos resumimos, a mirar una botella y divagar sobre el estado del interior de su líquido.
Aunque hay una tercera posibilidad.
Nos podemos beber lo que queda dentro de la botella de un trago, sabiendo que no buscas nada con escribir tu idea mas que te lean, asumiendo que si estas cansado es porque lo pasaste bien o que a final de mes cuando ves tu cuenta nunca te quejas.
Es entonces cuando sabes perfectamente que la botella esta vacía y lo que tienes que hacer es buscar a alguien que te la llene de nuevo.
Renaciendo
Hace 9 años
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