Dicen que es imposible llegar a conocer a otra persona en su totalidad por muy transparente que sea. Es totalmente cierto, mas que nada, porque ni nosotros mismos nos llegamos a conocer jamás en nuestra totalidad.
Lo que si considero una soberana estupidez es ni siquiera intuir a la gente que te rodea. Ya sea de mayor o menor medida tenemos un perfil personal de quienes tenemos a nuestro lado y sino es así, es que somos la madre de todos los despistes o bien, nos escudamos en ese "despiste patológico" para poder mirarnos nuestro ombligo a gusto.
No me creo o bien no quiero creer que no sepamos realmente quien nos rodea, a quien abrimos parte de nuestros esqueletos de armario sin siquiera plantearnos que clase de persona se trata. No digo que nos estemos acostando con un/a asesino/a en serie ni mucho menos, pero por lo menos saber con quien compartes tus sábanas nunca está de más.
Yo creo saberlo o por lo menos me gusta pensar que así es y la verdad que tengo desde caballeros andantes en forma de integridad, hasta soñadores locos o huraños sentimentales a los que para nada les gusta contar lo que pasa dentro de su pecho.
Aunque me da igual, cada uno esta ahí por una razón. Bueno por dos razones, porque yo quiero y ellos quieren.
Por eso no podría escudarme en tópicos tan absurdos como ese de "porque cuando dices que no quieres decir que sí". Una soberana mentira porque si miramos a una persona a los ojos y vemos sus gestos, su fruncir de ceño y su reacción a nuestras palabras, sabemos de sobra lo que realmente quiere decirnos...otra cosa es que sea mas fácil hacernos los ciegos, los sordos y estúpidos para no tener que capear con algo de otra persona que tal vez no es del todo de nuestro agrado.
No hablo desde el desconocimiento porque a mi hay gente a mi alrededor que a veces puede con mis nervios pero aun así las quiero ahí, no por masoquismo, sino por necesidad de sentir que si algunos de esos gestos me hacen retorcer mi paciencia es porque seguramente yo debería tomarme la vida con mas calma.
Porque ya dados a tirar la primera piedra empezaría por mí. Por mis mil y un defectos, por mi cada vez mayor falta de paciencia o ese amago de intento de controlar cada variante de la situación, a veces, casi obsesivo. Por mi continuo olvido en casa de las palabras "política" y "correcto", por mi bordería patológica escondiendo una vergüenza acomplejada de malas pasadas. Por mi sentimiento a veces sin pulir, directo, sin muchas florituras o maquillaje, por mi obligación a sentir y mi miedo a equivocarme, por mi recelo a ser el centro de atención o mi diversión casi criminal de los bis a bis dialécticos, esos de distancias cortas sin testigos.
Porque creo saber mis defectos, porque creo que la gente que me rodea lo saben....por eso a veces sobran las palabras.
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