La verdad es que de aquí a un tiempo creo que cada vez me he vuelto mas frío, mas distante e incluso diría que con una aversión a las relaciones sociales tan grande, que al final probablemente acabe siendo un ermitaño.
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La verdad es que de aquí a un tiempo creo que cada vez me he vuelto mas frío, mas distante e incluso diría que con una aversión a las relaciones sociales tan grande, que al final probablemente acabe siendo un ermitaño.
El verano llegó y con el la riada infinita de fiestas, verbenas y demás pruebas al corazón, hígado y pulmón. Aquí estamos otro año mas, volviendo poner todas las cartas en juego, aunque para que nos vamos a engañar cada año la baraja esta mas vacía.
A veces me preguntan de donde me surgen las ideas y nunca sé como contestarles. No sé tal vez sea innato, tal vez demasiadas horas perdidas en mi juventud en las nubes han desarrollado esa faceta creativa en mí.
Eso de mirar las botellas y crear tesis doctorales sobre como se vé cuando esta a la mitad de su capacidad siempre me resultó gracioso.
Es una percepción que cambia a cada momento. Es por ejemplo una buena mañana de monte de risas y narices de payaso, de esas que lo único que te deja marca es el tono rojizo de tu piel cuando te golpea el sol. Mañanas de invención de fuego con palitos, de pescado y carne o mil y una tonterías, cuyo postre siempre acaba en ideas locas, sobre viajes aun mas locos pero que a la larga acaban siendo realmente cuerdos.
Ahí podríamos ver la botella medio llena.
Sin embargo llega el Lunes y las sonrisas se convierten en irritantes sonidos de despertador, cuestas y una mala leche asociada al muñeco que te has convertido cuando como a cenicienta, le tocó volver a la realidad. Es tomarte un respiro y al hojear el periódico descubres que una televisión ha tenido una idea tan parecida a tu última locura en forma de líneas que todo el mundo pensará que simplemente te has apropiado de ella.
Ahí estaría medio vacía.
Así que a eso nos resumimos, a mirar una botella y divagar sobre el estado del interior de su líquido.
Aunque hay una tercera posibilidad.
Nos podemos beber lo que queda dentro de la botella de un trago, sabiendo que no buscas nada con escribir tu idea mas que te lean, asumiendo que si estas cansado es porque lo pasaste bien o que a final de mes cuando ves tu cuenta nunca te quejas.
Es entonces cuando sabes perfectamente que la botella esta vacía y lo que tienes que hacer es buscar a alguien que te la llene de nuevo.
Unos papeles de divorcio y dos partes encontradas nunca pueden ser la mejor de citas.
Cada día que pasa siento que nuestro círculo de conocidos, amigos y familia se asemejan a un gigantesco cubo de rubik.
El rojo es quizás el mas ambiguo, extremo y diferente que existe entre la infinita gamas de colores. Mensajero de los deseos mas íntimas o de las heridas mas profundas. Siempre presente con su tono rubí como seña de identidad.
A mí siempre me atrajo este color.
Ya sea por todas las cicatrices que me recorren por dentro y por fuera, por inconsciencia o por simple masoquismo emocional siempre ha estado presente detrás de la mayoría de las puertas que he abierto.
Tal vez sea por esa falta de definición exacta. El negro siempre es negro, el blanco siempre es blanco y entre medias, el baile de todos los demás colores siempre acaban teniendo una definición mas o menos clara.
No es el caso del rojo.
Es el resumen de todos aquellos sentimientos que desembocan en una pasión, en la vida, y sin embargo, también es el dolor y la sangre. Son como dos partes en continua lucha, sin poder encontrar un termino medio de tregua sino que lleva siempre las consecuencias de sus acciones hasta el extremo, para bien o para mal.
Por eso cuando decides jugar a la ruleta y apostar al Rojo, sabes de sobra el dolor que conlleva esa postura. Es abrir una postilla, una cicatriz mal cerrada y dejar que sangre de nuevo. Conoces lo que esconde y sin embargo por alguna razón ese día decides hurgar en la herida, y a pesar de no te gusta lo que vas a encontrar, retuerces el dedo hasta hacerla sangrar.
Duele porque esa llaga descubre tus miserias, escuece porque sabes que cuando la hemorragia pare seguirán ahí, pero aun así continuas, porque lo necesitas en ese mismo instante, porque crees que es necesario si quieres que buenas cosas no se pudran.
Finalmente deja de sangrar y aun recordando ese dolor, una parte de ti se arrepiente de lo que has hecho...la otra en cambio, se alivia al saber que tal vez contando esas verdades ocultas para los ojos codiciosos, has salvado de la cangrena una buena amistad.
...Ella sabe para quien es por eso no necesito poner nombre alguno...Tan solo Rojo.