La mitad de la semana siempre es dura, mas si llueve, mas si te duele todo el cuerpo, mas (póngase aquí cualquier otra queja).
Los miércoles son días de agujetas, de cansancio físico, de esos momento en los que el despertador se convierte en un enemigo tan odiado, que aun no sabes como diablos a logrado sobrevivir a todos los golpes que le has dado.
Sin embargo esas agujetas se pueden quitar con un poquito de agua con azúcar, volviéndote espartano y haciendo mas deporte o bien simplemente descansando.
Mas dificiles son las psicológicas.
Esas vienen sin avisar y te saturan la cabeza, formando una desgana en tu interior que nubla todos tus intentos por hacer algo productivo.
Te cuesta teclear las palabras, estas espeso y por muchas ideas que tu cabeza dibuje, la conexión con tus dedos no funciona, hoy su ilidica historia de amor parece que no acaba de cuajar.
Son días de reflexiones, días tontos de esos que ves todo lo que analizas y analizas todo lo que ha visto, convirtiéndose en una especie de circulo vicioso del que la pereza no parece querer dejarte escapar.
En fin, son miércoles y como nunca uno se puede acostumbrar a los miércoles pues mejor no pelear con ellos y dejar que pasen de largo.
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