Hay momentos que algo dentro de ti te dicen basta, que te hacen ver que no puedes continuar escondido entre mentiras y palabras.
Llega un momento que necesitas volver a verlo todo como lo hacías antes, sin dolor, sin rencor, sin dejar que tu lado racional tome posesión de tu forma de ser.
Realmente es tan difícil, que duele como pocas cosas me han dolido en esta vida.
Es mirar a ese desconocido reflejado en cada uno de los espejos que te miras. Esa persona fría, seca y carente de vida.
Sientes que durante todos estos meses has estado escondido tras un caparazón, una coraza de falsa seguridad en la que pensabas que nada podía hacerte daño.
No sientes no sufres.
Estúpidas palabras, estúpidos momentos para aguantar tanto dolor, tantas lágrimas, tanto odio o tanta incomprensión de algo que nunca entendiste como ocurrió.
Ese sentimiento de sentirte gilipollas, realmente gilipollas por haber vendido tu corazón a alguien que jamás lo iba a utilizar, de vender todo lo bueno que tenías a unos brazos que no lo querían recibir.
Duele, duele demasiado.
Duele el silencio, duele la mentira y que te tratasen como a un estúpido, duele tanto que te hace insensible.
No sientes no sufres.
Pero todas esas defensas no implica que lo que hay dentro no continúe sangrando, pudriéndose, muriendo a cada día que pasa.
No te das cuenta, te sientes bien usando tus instintos, buscando el amor en momentos de placer que tan solo te hacen sentir peor, porque realmente nunca te gustó el placer por el placer.
Aparentemente invencible dentro de tu defensa personal, y sin embargo, una inocente frase de un amigo puede convertirse en un cuchillo tan afilado, que atraviesa cualquier barrera que pongas, que se clava en la herida y la abre para que salga la sangre de nuevo a borbotones.
En ese momento te das cuentas que has sido un jodido mentiroso, que has intentando ayudar a gente cuando ni tú has podido ayudarte. Esa sombra reflejada en la pared, enorme, segura y directa, tras la que se esconde alguien frágil, herido y con ganas de llorar a cada bocanada de aire.
Es darte cuenta que tal vez esta nunca ha sido tu partida, que un poker de reinas puede incluso perder y tal vez lo que vas a empeñar buscando una señal, sea mas importante de todo lo que puedas ganar.
Creo que es hora de dejar todo eso atrás de volver a quitar ese caparazón y cambiar los instintos por sentimientos.
Es hora de intentar regenerar todo lo que perdí, todo lo que yo siempre fui y nunca quise dejar de ser.
No puedo seguir haciéndome daño, no puedo seguir haciendo daño porque nadie que esta cerca de mí se lo merece, nadie que esta ahora en mi vida me ha hecho tanto daño como para dañarles.
Quiero cerrar esa puerta dolorosa, esos recuerdos clavados detrás de mis ojos que tantas horas de sueño me han quitado, esos olores conocidos que ahora me revuelven las tripas. Todas esas sensaciones que quisiera poder borrar con una simple tecla y sin embargo sé que me costará mucho tiempo.
Puede que esta canción este puesta en este blog un montón de veces pero hoy la he oído tantas veces que no podía dejarla atrás, no un día como el de hoy.
Llega un momento que necesitas volver a verlo todo como lo hacías antes, sin dolor, sin rencor, sin dejar que tu lado racional tome posesión de tu forma de ser.
Realmente es tan difícil, que duele como pocas cosas me han dolido en esta vida.
Es mirar a ese desconocido reflejado en cada uno de los espejos que te miras. Esa persona fría, seca y carente de vida.
Sientes que durante todos estos meses has estado escondido tras un caparazón, una coraza de falsa seguridad en la que pensabas que nada podía hacerte daño.
No sientes no sufres.
Estúpidas palabras, estúpidos momentos para aguantar tanto dolor, tantas lágrimas, tanto odio o tanta incomprensión de algo que nunca entendiste como ocurrió.
Ese sentimiento de sentirte gilipollas, realmente gilipollas por haber vendido tu corazón a alguien que jamás lo iba a utilizar, de vender todo lo bueno que tenías a unos brazos que no lo querían recibir.
Duele, duele demasiado.
Duele el silencio, duele la mentira y que te tratasen como a un estúpido, duele tanto que te hace insensible.
No sientes no sufres.
Pero todas esas defensas no implica que lo que hay dentro no continúe sangrando, pudriéndose, muriendo a cada día que pasa.
No te das cuenta, te sientes bien usando tus instintos, buscando el amor en momentos de placer que tan solo te hacen sentir peor, porque realmente nunca te gustó el placer por el placer.
Aparentemente invencible dentro de tu defensa personal, y sin embargo, una inocente frase de un amigo puede convertirse en un cuchillo tan afilado, que atraviesa cualquier barrera que pongas, que se clava en la herida y la abre para que salga la sangre de nuevo a borbotones.
En ese momento te das cuentas que has sido un jodido mentiroso, que has intentando ayudar a gente cuando ni tú has podido ayudarte. Esa sombra reflejada en la pared, enorme, segura y directa, tras la que se esconde alguien frágil, herido y con ganas de llorar a cada bocanada de aire.
Es darte cuenta que tal vez esta nunca ha sido tu partida, que un poker de reinas puede incluso perder y tal vez lo que vas a empeñar buscando una señal, sea mas importante de todo lo que puedas ganar.
Creo que es hora de dejar todo eso atrás de volver a quitar ese caparazón y cambiar los instintos por sentimientos.
Es hora de intentar regenerar todo lo que perdí, todo lo que yo siempre fui y nunca quise dejar de ser.
No puedo seguir haciéndome daño, no puedo seguir haciendo daño porque nadie que esta cerca de mí se lo merece, nadie que esta ahora en mi vida me ha hecho tanto daño como para dañarles.
Quiero cerrar esa puerta dolorosa, esos recuerdos clavados detrás de mis ojos que tantas horas de sueño me han quitado, esos olores conocidos que ahora me revuelven las tripas. Todas esas sensaciones que quisiera poder borrar con una simple tecla y sin embargo sé que me costará mucho tiempo.
Puede que esta canción este puesta en este blog un montón de veces pero hoy la he oído tantas veces que no podía dejarla atrás, no un día como el de hoy.
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