9/01/2012

SIETE CALLES DIGNAS DEL SOMBRERERO

Hay formas y FORMAS de comenzar septiembre. Unas suaves, viéndolas venir y asumiendo, con toda la filosofía del mundo, que tienes que currar. La otra es dura y sin anestesia, zas! una llamada digna de los santos inocentes, comunicándote a mitad de tus vacaciones, que este maldito Sábado ya forma parte del jodido mes en el que se caen las hojas. 
Resoplas, sacas el disfraz de brillantes y comienzas a deshacer todos los planes que tenías hechos para este fin de semana, en resumen, un regreso de cojones.

Viendo que no tienes escapatoria, decides hacer un poco de trabajo de campo y fijarte en los habitantes mañaneros del Casco Viejo, comprendiendo que tras dos meses sin pisar esas calles bajo la luz del día (al menos no sereno) casi se te había olvidado lo peculiar de sus gentes. Para que os hagais una idea es mas omenos, como si encerraríais a Carroll en una habitación con todas las drogas del mundo y le pidierais que reescribiese Alicia.

Esta claro que las reinas de este baile siempre serán las viejecillas. 
Son caso aparte y podrían aportar líneas y líneas sobre ellas con sus almas poseídas por sus carritos de la compra, sus carreras dignas de un capítulo de los autos locos o aquellas que creen ser pilotos kamicazes ansiosas por chocar contra tu cuerpo.
Sin embargo las que me han dejado con la boca abierta son sin dudas aquellas que ver salir con su especial aspecto suma de bata de franela mas pantuflas, saliendo por las puertas automáticas del mercado. Con un look de andar por casa, algo así como cuando nos levantamos para pillar algo de la nevera. Haces sus compras y después se toman su cafecito tranquilamente, cuanto menos curioso, sino fue  que se porque las ves pasada media hora vestidas de punta en blanco para dar una vuelta.
Simplemente grandiosas.
Otro caso aparte son los señores que quisieron ser asesinos en serie de joven. Esos que te miran fijamente, como si el amarillo les atrajese de tal manera, que te hace pensar erróneamente que te quieren preguntar alguna tontería para darles pie a una conversación mañanera.
Graso error. 
Pasan a tu lado sin decir palabra, clavandote los ojos como si quisieran hipnotizarte, sintiendo como se te eriza los pelos de la nuca y sobre todo, sin tener los huevos a mirar hacia atrás por miedo a encontrártelo con la cabeza girada cual niña del exorcista.
Eso si es tensión y no la de las películas de Hitchcock.
También hay casos curiosos, como cuando vez como se levanta la ventana de un bar frente a tus ojos y en su interior...¡Ya hay una cuadrílla de txikiteros en su interior! Un hecho que te crea dudas existenciales y te hagan dudar si no se tratan del siguiente paso evolutivo del ser humano, un nuevo eslabón capaz de de atravesar paredes con tal de conseguir su elixir.
Eso o que tienen una entrada secreta desde sus viviendas como la de las películas de espías. Abriéndola moviendo una figurita de porcelana "recoge-polvo" de la estantería para que la librería contigua se mueva y descubra un pasadizo con escaleras de caracol que les lleva directamente a su casa preferida.
No digaís que cualquiera de las dos ideas no molan un montón.
Aunque si alguna especie tiene una variopinta selección de razas son sin duda los alegres gaupaseros.
Los hay de todos tipos, desde los amantes de los teletubbies y sus preciosas pupilas negra, hasta los esquiadores de slalom en seco. Pasando los amigos para siempre o los de las mandíbulas bailongas, muchos tipos, pero ninguno tan peculiar como el que he descubierto esta productiva mañana.
Hoy he descubierto por un lado al orador, un extraño espécimen arrodillado frente a las aguas de la ría para rezar, tal vez, al legendario Muble gigante que habita en las profundidades y devora a los ingenuos borrachines. 
En fin, a veces me preguntan de donde saco las ideas para mis historias y yo tan solo puedo decirles que Bilbo siempre será un foco inagotable de nuevos personajes, tanto como los ilustres de la canción...genios y figuras!




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SOLAMENTE UNA PIEZA...