3/27/2013

YO ACUSO...


La pandereta ha vuelto a sonar otra vez, ruidosa, soltando falacias en un intento por tapar la verdad que no se puede esconder tras las palabras. El drama de miles de personas. Sin esperanzas, desencantados ante una mentira envuelta en promesa sobre la liberación de una crisis.
Es la hipocresía de los ocupantes de los sillones de cuero y Ipod de última generación por creerse suficientemente inteligentes como para malversar la vida de los ciudadanos. No son gobernantes como intentan hacernos creer cada vez que dan sus insípidas ruedas de prensa, son calaña, marionetas del cuarto Reich cuyo yugo, ahora nos ahoga con guante de seda en vez de puño de hierro.
Para el norte somos escoria de segunda, un lastre, la simple carga de la que es mejor deshacerse antes que empiece a oler demasiado mal. Nos engañan. Nos mienten. Nos dicen que es lo único que pueden hacer y lo mucho que les duele tener que pagar a aquellos que perdieron el dinero por avariciosos, a los ladrones, a los exclavistas que manejan a los trabajadores como números inanimados se tratasen.
Carentes de cualquier conciencia que les provoque el menor atisbo de vergüenza, sin que les tiemble la mano por la duda cuando mandan a sus verdugos a expulsar a familias fuera de casa o dejan sin subsidios a aquellos que mas lo necesitan. Sonrientes. Pensadores que sus hilos podrán ser movidos para siempre sin que a nadie se le ocurra que las mismas tijeras que ellos usan para recortar vidas, puedan servir para cortar sus corbatas de marca.
Es entonces cuando nos convertimos en terroristas.
Somos individuos con el odio en nuestra sangre, ávidos por romper su grande y libre nación mientras se llenan la boca con la palabra democracia. La misma que ellos pisotean cuando mandan a sus perros a moler a palos a hombres, mujeres e incluso niños. En la misma que se mean cuando deciden recortar en sanidad, educación o cualquier otro derecho fundamental que su gran y sagrada Constitución, la misma que juró un ser de sangre azul y vicios caros que nadie eligió y todos pagamos.
Es entonces cuando comienzan a tener miedo.
Cuando los mineros pueden a las porras, cuando las personas ocupan las calles o señalan a todos esos traidores de la humanidad en su propio hogar. Llamándoles lo que son. Asesinos de sangre fría sin manchas en las manos pero con las almas negras, que no tienen otra manera de defenderse que atacando y difamando.
Así pues solo queda una cosa que decirles a todos esos políticos, periodistas y demás mercenarios…Reincidentes creo que lo resumió bastante bien.      

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SOLAMENTE UNA PIEZA...