Antes de empezar me sé de una que no le van a gustar estas líneas...
Sin embargo las escribiré exactamente igual, a fin de cuentas la sutileza nunca fue la bandera que izamos en esta, nuestra extraña relación. No le gusta. Jamás lo admitirá y nunca se rendirá a darme razón alguna pero la conozco mejor de lo que jamás se dignará a asumir. Es dura. Un témpano de hielo que ha comido demasiada mierda, tal vez en exceso, quizás la suficiente para marcar cicatrices invisibles que le obligan a buscar el lado malo de las cosas.
Sin bipolares ni esquizofrénicos.
Evitando las malas películas de chicos malos, estúpidos o adictos a la miseria con los que justificar un miedo al daño o la perdida. La mejor defensa. El ataque directo a la línea de flotación de las emociones, la razón, una sensación tan envolvente, que se convierte en nuestro aliado enemigo en un intento por buscar agua turbia en oasis.
Se que a la altura de esta línea estará resoplando, quizás cruzando los brazos y buscando una justificación para no tener que descubrirse ante las debilidades. Es joven. Demasiado a veces, el resto, ha crecido demasiado rápido envuelta en la perdida, en un vacío que yo mismo he compartido.
Quizás por eso la entiendo y la respeto.
Tal vez la comprenda.
Seguramente intente por todos los medios que no recorra el mismo camino que yo recorrí.
No se trata de amor o deseo.
Tan solo es el aprecio de alguien especial, una estrella estrellada kamikaze de la vida, una de las mías, alguien que tiene demasiadas cosas buenas dentro como para permitirle que las pierda en cuatro polvos en vistos y no vistos entre txoznas y destornilladores. No se lo merece. Ella vale mas que todo eso, lo suficiente para ser la princesa de un niño inexperto que pierde el culo por ella, que no le importa hacer una escena de película romántica de peli americana y recogerla a la puerta del bar a las seis de la mañana.
En momentos como esos la envido
También me alegra
Seguramente tenga que la siguiente vez tenga que darle una toñeja verbal de nuevo para que entienda, que a veces, lo malo conocido no es mejor que lo bueno por descubrir.
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