8/24/2010

PORNOGRAFICA REALIDAD

Hemos habituado tanto el uso del porno en nuestras vidas, que ya lo hacemos como algo tan natural como el respirar. Tanto, que ni nos paramos a pensar realmente si vale la pena tanta falta de intimidad.
Y no me refiero al sexo, eso a fin de cuentas se hará peor o mejor pero no deja de ser unir positivo con negativo, negativo con negativo o positivo con positivo.
Cada uno decide su enchufe y lo demás es cuestión de practica.
Me refiero a otro tipo de pornografía, una mas íntima que dos cuerpos desnudos en una cama o en cualquier otro lugar.
Hablo de esa forma de desnudar gratis nuestro alma, nuestros secretos y contar nuestra vida diaria, mostrar nuestros recuerdos en forma de fotografías o cualquier otra cosa que debería mantenerse en el anonimato de lo personal y sin embargo nos encanta abrir y dejar pasar a cualquiera a nuestros rincones mas íntimos, a nuestras mejores virtudes y peores defectos, sin darnos cuenta de que es como una venta del alma al diablo sin siquiera leer el contrato.
Nos juramos amor a través de un tecleo de ordenador o tenemos orgasmos frente a una pantalla de ordenador y perdemos lo que realmente nos hizo libre, en el pasado cercano cuando un móvil no nos marcaba nuestro punto exacto a todas horas.
Tal vez sea nuestro sueño de protagonismo, nuestro intento por salir de ese anonimato y conseguir que alguien aplauda tus palabras o comente tus fotos al otro lado del mundo.
Es nuestro ansia de competir por tener un millón de amigos, aunque a muchos apenas has visto en tu vida o incluso nunca.
Son nuestra forma de ver esta realidad que nos ha enchufado un cable al culo, a sentir un mundo de información en nuestros ojos y sin embargo ser unos analfabetos.
De dar por sentado lo que vemos, lo que nos cuentas o lo que leemos, sin pararnos a pensar que tal vez, no todo es blanco o negro.
Nadie se libra, yo el primero, tal vez por eso escribo estas líneas.
Tal vez esconda mis defectos con palabras y mis nervios, con letras que son mas fácil de decir golpeando en un ordenador que usando la lengua.
Sin duda a veces soy tan ciego que no veo las señales, los gestos o las palabras cuando van dirigidas no al oído, sino hacia dentro del pecho.
Por eso reniego de atarme y sin embargo ya soy preso de esta prisión sin barrotes.

Lo que si sé, es que permaneceré inconformista ante la realidad que no sienta.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...