Lo que empezó por preocuparme hace semanas cuando vi como aquellos que supuestamente deben protegernos apaleaban a menores de edad, se ha convertido en indignación, asco y una total repulsa cuando finalmente ha pasado lo que se veía venir, por desgracia, mas cerca de lo que siempre se quiere para las malas noticias.
Sin embargo era algo que al final iba a llegar, puesto que cuando tienes un cuerpo de seguridad preparado como si de un ejercito se tratase, paranoico, con un miedo continuo a cada esquina y viendo al enemigo en cada rostro, terminas creando un ejercito sin cabeza o razón.
El problema comienza cuando el enemigo desaparece y por mucho que algunas voces quieran hacernos creer lo contrario, desaparece su razón de ser, pero no su adoctrinada idea del odio.
Entonces tenemos un bonito ejercito que utilizan las calles como campo de guerra y terminan con acciones tan deleznables como lo ocurrido el jueves pasado.
Lo llamarán accidente o actuación policial desmedida pero la realidad se llama de otra forma ASESINATO, eso es lo que es. Por mucho que quieran disfrazarlo con mentiras o medias verdades, porque la realidad es que una pelota de goma un antidistúrbios, prohibida y disparada a quemarropa, ha dejado una familia rota que debe enterrar a un hijo, hermano o amigo por cometer el flagrante delito de acudir a celebrar la victoria de un equipo de fútbol.
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