Hoy he
intentado recuperar ese pequeño fragmento de mi vida, ese lapsus de tiempo
cuando todo nos la resbalaba y pensábamos en disfrutar el día pensando que
mañana igual jamás volvía a salir el sol.
Eramos la
generación post decadencia, esa que el punk a golpe de “No future” dejó paso
cuando aprendieron a tocar una guitarra, tal vez mal, pero con algo mas que dos
acordes mal dados. Nacimos con memoria, con recuerdo de ese pasado arrebatado
por el polvo blanco y la jeringuilla en el brazo, esos que sabían valorar lo
que tenían sin soñar con lo que podrían tener sin soltar ni una gota de sudor.
El sonido
del bajo marcando, explicando como se debían dar los saltos, mover la cabeza y
evadirse de todo durante el tiempo que una voz, que lejos de cantar melosamente,
escupía la rabia del desencanto, el ritmo acompasando y siempre espitoso que te
aportaba unos acordes sin necesidad de doparte para sentirte único.
Esa fue mi
generación, esa que decían que acabarían bajo tierra pero ahora observo y la
verdad veo que a pesar de tener treinta cumplidos, la mayoría no hemos acabado
tan mal. Trabajadores, padres y sobre
todo, soñadores que aun aspiran a disfrutar con los pequeños placeres de la
vida, pequeños detalles que me hacen pensar que tal vez, los punkis hablaban de
la falta de futuro de aquellos que ahora
deberían estar sintiendo ese pequeño atisbo de rebeldía que yo sentí hace una década.
0 Comentarios:
Publicar un comentario