12/07/2013

ALGO PEQUEÑO DEMASIADO GRANDE

Nos encerramos en nuestras propias espirales de intimidad basadas en nuestros miedos. Temores que forjamos desde niños, echan raíces y terminan por germinar como una enredadera que atenaza, ahogándonos, forjando una obligación de nunca estar conformes con nuestra vida.
Siempre queremos más nunca conformes.
Penitentes de una gula sin convertirlo en pecado capital sino mera necesidad de buscar una motivación. La manera de seguir forjando el camino que nos obligan, matando los sueños por la vida perfecta, esa que pase ni pena ni gloria. Sentados frente a nuestros televisores, sumisos a la monotonía como si de una nueva religión se tratase y el consumismo transformado en deidad para formar un perfecto equilibrio muerto. 
El santo Grial del siglo XXI.
Casa grande, mujer o marido guapo y trabajo con horario de oficina.
Lo mismo de todo, incluso cuando queremos salir de nuestra propia espiral, nos encontramos con nuevas barreras, hacemos todo complicado, mirando siempre hacia arriba sin valorar las pequeñas cosas a ras del suelo. Un beso, una caricia o un sentimiento rebotando entre las entrañas y el pecho. Pequeñas nimiedades que sin embargo son las que terminan por convertirnos en algo grande.
Nuestra red emocional, que siempre regresa a los recuerdos, porque todos los buenos momentos de nuestra vida serán eso. Pequeños detalles como una visita, un regalo o una persona. Una canción o una película. Un libro. Detalles que serán únicos no por la grandilocuencia de ese instante, sino por la intimidad del momento. Un millón de piezas para una única memoria.
O como ocurre en este vídeo 5 personas para una guitarra...simplemente magnifico.



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SOLAMENTE UNA PIEZA...