1/02/2008

Las llanuras del olvido dieron a su fin.
Tras meses recorriéndolas con Shayid había descubierto mil y una forma de sobrevivir, había olvidado mil y un sueños que perseguir.
Era el precio de la sabiduría de aquel extraño lugar, cada nuevo conocimiento hacía que se le olvidaría otro que su cerebro guardaba bajo llave.
Era la enfermedad que todo extranjero sufría en aquel paraje y que llegaba a convertir a cualquier extraño en hijo legitimo de aquellas llanuras.
Shayid lo sabía, pero tambien había creado un lazo muy fuerte con Tel´ña y no deseaba que se marchara de su lado. Nunca había conocido a una persona tan altruista, tranquila y conversadora con la que pasar las duras noches del desierto.
Y no deseaba perderle.
Pero entonces llegaron al final de la llanura, el final de aquel espejismo. Ante ellos se volvía a extender el basto mar, esa enorme mancha azul que limpiaba la mente de los extranjeros del embrujo de las llanuras.
Shayid podía haber evitado llegar hasta allí podía haber dado un rodeo para volver a la llanura, pero una parte de él se lo impedía.
No podía acabar con el sueño de su mejor amigo, aunque incluso él hubiese olvidado.
Tel´ña recuperó la llave de su mente según poso su vista en el mar, todos los recuerdos, todas las vivencias volvieron a él.
Cuando aquel extraño embrujo acabó miró a Shayid quien señalaba a una borrosa mancha que se veía en el horizonte.
Le dijo que el hombre que buscaba se encontraba allí, aquel sería el final de su viaje, para bien o para mal en aquella extraña tierra encontraría su nombre.
Tel´ña sonrió por ultima vez a su amigo y se lanzó al agua para cubrir la distancia que le separaba de aquella mancha.

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