11/14/2015

SANGRE TEÑIDA DE VERDE

Ayer quise escribir esta entrada en caliente pero una parte de mí me lo impidió, preferí dejar de leer las noticias, irme a la cama y dejarla fraguar en mi cabeza en un intento por entender lo absurdo.
Esa es la palabra absurdo.
Partiendo de la base que destrozar cientos de familias por cualquier razón, es cuanto menos la mayor vergüenza de la raza humana, creo que tendemos a centrarnos en solo una parte de un cuadro sangriento que se ha convertido en un círculo viciado repleto de sufrimiento. El asesinato no debería tener cabida en ninguna de las situaciones, la muerte debería ser una lucha, pelear por buscar una calidad de vida mejor para la humanidad en vez de encontrar la manera de acortarla. Hoy es Francia la que llora y la cercanía hace que la solidaridad sea más expresiva gracias a la televisión o internet, el dolor es global, pero tras sobreponerse a la herida tan profunda y sangrienta, lo realmente importante es la cicatriz. Esa marca que debería hacernos valorar algo más profundo y no quedarnos en el hecho que la culpa de todo lo tiene un ser invisible.
Hay que diferenciar entre la razón y la justificación.
La justificación es la manera de poder hacer barbaridades sin necesidad de tener moral y no tener que pensar en la realidad de una acción salvaje. Siglos utilizando ese sistema desde que desde este lado del mundo mandábamos caballeros a hacer cruzadas hacia los infieles, es importante recordarlo, porque el problema es que miramos el presente con horror y tendemos a olvidar el pasado. Uno sangriento bajo el que se esconde la verdadera razón por la que hoy Paris llora, el dinero, todo gira en torno al poder y la avaricia de unos pocos para el sufrimiento del resto.   
Paris es hoy pero en Siria siguen sangrando víctimas, es por estos asesinos que los padres se tiran al mar con sus hijos, niños como ese que terminó muerto en una playa y revolvió durante unos segundos la conciencia general. Pero después de él ha habido muchos más niños y nosotros seguimos viviendo hasta que nos golpea cerca, Siria solo es un punto, en el mundo hay decenas de espacios en conflictos continuos donde la gente sufre y nosotros ni siquiera sentimos simpatía con las victimas.
Trafico de personas, asesinatos o violaciones.
Permitimos que gran parte de este planeta viva en la miseria, permitimos que nos chantajeen con el petróleo o el gas, dejando que la vida humana valga diferente dependiendo del lado del mundo donde se vive. Esta es nuestra libertad. El miedo siempre como compañero por no haber sabido entender que lo diferente nunca es malo sino productivo, es jodido pensar que podemos ser tan sumamente egocéntricos, buscando una justificación a algo que no lo tiene y sin valorar que no tenemos ninguna culpa.
El primer paso es saber que el odio solo generara fanatismo.
Las posibles represalias solo creará mas víctimas, no digo que no se persiga a los culpables, a esos seres hay que darlos caza como los monstruos que son, de eso no tenemos ninguna duda nadie, pero aparte de ello hay que comenzar a ser globales. Pensar como sociedad y saber que muchos de estos descerebrados no son sino producto de una sociedad desigual, nacidos en nuestras propias calles, metidos en guetos y al margen a pesar de vivir a pocos metros de nosotros. La justificación buscada en que ellos no se quieren integrar es vacía, tenemos un problema de diferenciación entre ellos y nosotros, cuando la única diferencia que debería existir es entre asesinos y gente de bien.
Alimentamos odio, nos da miedo y ello nos lleva hoy a llorar a cientos de víctimas en Francia pero olvidando las miles del mundo. Hay que quemar las banderas, incluso las ideas sin un argumento real o hacer perder privilegios a quienes se esconden tras religiones, solo existe una cosa clara, la única verdad absoluta bajo la que nos regimos cada una de las personas que vivimos y tendemos a destruir este mundo que no es nuestro, sino que estamos de prestado.
Es indiferente donde nacemos o lo que pensemos.
Todos morimos sino comemos y bebemos.
Todos sangramos rojo si algo nos hiere.

Todo somos iguales por dentro.

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