6/11/2015

MI NUNCAJAMAS


El abandono de este pequeño lugar ha sido por un viaje a otros renglones, unos que durante años han estado creciendo en la parte menos vaga de mi cerebro. Ahí nació hace muchas noches el Nunca Jamás, un lugar anclado en la fantasía pero con la sombra de la realidad en el suelo.

Tal vez llevo demasiado tiempo pisando el suelo de la ciudad, tanto que la inocencia ha claudicado ante la creatividad crítica, donde la marcha de la felicidad forzada, salió por la ventana para dejar paso a los personajes oscuros. Hijos bastados que a veces intento no querer demasiado y otras directamente los odio por el mero hecho del miedo a saber que son míos. Pequeños retazos de algo revuelto y deformado de algún recuerdo pasado, rostros olvidados en camas vacías, cuando el amor era sinónimo de sexo y la culpabilidad volvía con los primeros rayos del sol.
El ego de querer un reconocimiento aunque sea vano, de focos y sueños atados a las palabras de un libro con problemas de identidad. El lugar donde esconder el agrio sabor de ver como las flores cada vez crecen en la inmundicia de todo un sistema prohibido, donde el ladrón siempre tiene una carta para salir de prisión. Envenenados por los ojos con el virus de una insensibilidad social que se impregna cada vez más en lo hondo de la moral, esa mirada al ombligo propio con tanta insistencia, que ni siquiera parecen importarnos el llanto ajeno.
Somos culpables y de mi culpabilidad nacieron las líneas por las que abandone este pequeño espacio personal. Estos actores de teatro de roja telón son la personificación de los pecados escondidos, aquí, entre la memoria y el corazón, donde la única invariabilidad que me sirve de ancla es la nicotina de mis dedos.
El amarillo ha sido sin duda el color más fiel.
Así pues hasta aquí he llegado, a mano entre dos amantes, estas líneas y mi amadamente odiado Medianoche, ambas sabedoras que la fidelidad de los dedos es inversamente proporcional a lo que los ojos vean, el cerebro procese y la conciencia me vuelva a convertir en un ser indignado o un judas, ladrón de una historia ajena para moldear un poco más a alguno de los hijos bastardos de esta mente, simple y sin otra pretensión, que el aprecio de aquellos lectores de distancias cortas.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...