5/05/2015

OTRA...

Esta es la historia de un divorcio intermitente con la almohada, noches de viento y nubes veloces que pasan a través de las pupilas. 
Viajeras amantes del no hacer nada como forma de vida, bebedoras de miserias y sueños, sin importarlas si son perdidos o cumplidos. La esencia nacida en el recuerdo de un detalle, una imagen salpicada con miles de palabras escondidos en la esencia humana. 
El recordar lo bueno para sobrevivir a lo malo. Esa pequeña verdad de carretera a la que los menos osados intentamos aferrarnos con uñas y dientes, sabemos que nos equivocamos, el pasado generalmente no trae consuelo sino heridas abiertas pero no nos importa. 
La sangre siempre es excitante. 
El rojo nunca será un mal color para asociarlo a esos momentos, la esencia, el saber que todo tiene un motivo o un porque, que cuando nuestro cuerpo no quiere descansar no es por mero capricho sino porque algo nos corroe la mente. 
Una idea, un pensamiento o simplemente un sentimiento atravesado.
Cualquier cosa puede servir para no poder apagar el interruptor y dejar de permitir que siga robándole horas a un reloj, que parece haberse parado en las cuatro de la mañana. 
Es cuando te sientes sucio como un político. 
Soberbio como una camarera que creyó ser estrella. 
Triste como una anciana perseguida como la memoria.
 Tantas vida que intentan salir fuera, tantos detalles que a veces no quieren dejar descansar a la cabeza que han ocupado, es entonces cuando aquellos que se consideran sabios, deberían escuchar lo que les quieran contar y con un poco de suerte, solo si ellos quieren, hacer que esos pequeños pensamientos inconexos viajen hasta un folio en blanco.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...