1/28/2014

LOCO POR EVITAR LA CORDURA

Tiempos revueltos para ser alguien con un nombre propio donde, la marea de la muerte neuronal, es casi tan asidua a nuestras retinas como ver morir de hambre a través nuestros televisores.  Nada debe ser diferente a lo estipulado, viviendo engañados, en pensar que la vida se mide en cuantas cosas podemos coger con las manos.
Así terminamos siendo náufragos emocionales.
Mecidos tras el deseo de un lado a otro en busca de ese imposible de escena romántica de película americana. Anhelando lo que el otro desea, sabedores que todo tiene un precio en una época donde el consumismo se ha convertido en la   deidad.
Un beso.                                                                                                 
Una caricia.
Un segundo de tiempo ajeno.
Nos vamos enrocando sobre nosotros mismos sumergidos en las pantallas portátiles repletas de iconos de caras sonrientes, frías y emocionalmente tan inertes, que terminan por invadir incluso los momentos más privados de la intimidad. Esa necesidad de prostituir los momentos termina por odiar al ser humano, odiarme a mi mismo y temer por convertirme en uno de esos seres vulgares.
Intento escapar de ello pero la rutina me atrapa e intenta destruir mis ideas locas, atraerme a la supuesta cordura escondida tras un trabajo, casa y mujer de te quieros en el sofá, bronca de Martes y polvo de misionero de Sábado.
No quiero pero temo terminar en ese camino.
Por eso aprovecho estos momentos que aún me siento un poco rebelde.
Los segundos que aún pueda escapar de este sistema.

   

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SOLAMENTE UNA PIEZA...