Veinte días para escribir la primera entrada del año pero es que viendo el panorama solo me saldría otras líneas repletas de veneno. No me apetece empezar el catorce con mala baba. Así que volveremos a darle un poco de humor e intentar explicar que leches pasa por mi cabeza cada vez que decido hacer algo nuevo.
Comenzaremos por una metáfora, esa que una buena amiga del pasado usó para definir mi caótico carácter, algo como que era un barquito fiel al viento como una veleta que se aleja de cualquier isla. Es básico. Pero tan acertado como que no me gusta estar en un estado de calma chica, en ninguno de los aspectos vitales, a sabiendas que la osadía a veces se camufla tras una profunda inaptitud.
Como prueba este espacio cual jaula de grillos.
Hace años empezó
como una especie de oda a un amor eterno y cuando la eternidad tuvo fecha de caducidad, terminó por convertirse en una especie de torbellino.
Girando cual peonza sin saber si estaba bocarriba o bocabajo, subiendo a los cielos y bajando a los infiernos por mero divertimento emocional.
Creando destrucciones personales en forma de canalizaciones de personajes imposibles, malversando la realidad para hacerla tuya y no respetar ni las leyendas de una mitología autóctona o los cuentos universales.
En el fondo todo se limita a mala leche.
Usar el humor para no poner el grito en el cielo y necesitar un par de pastillas de Prozac para poder sonreír de manera química…como me gustaría ser adicto a Gran Hermano y haber rozado la estupidez de la juventud de sudor y discoteca. No haber aprendido a leer o pensar que el único deseo humano es follarse a una choni en un baño sucio y grabarlo en mi Smartphone de ultimísima generación.
Como odio ser complicado.
No saber decir te quiero porque son dos palabras que pesan demasiado o no poder callarme cuando algo me sienta como una patada en los huevos, dios maldiga el tener sentido común de considerarme un estúpido. Analfabeto que sabe aprender de toda aquella que tiene algo que enseñarme y termina por arrastrarme hacia nuevas historias para saturar mi tiempo libre.
Benditos esas personas y benditas sus cabezas por enseñarme que siempre habrá cosas nuevas en las que aprovechar estos pequeños fragmentos de soledad.
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