11/11/2013

COLORES DIBUJANDO PALABRAS

Esta vez el abandono a este espacio íntimo con nocturnidad y alevosía tiene una buena razón, sin duda premeditada, pero para intentar convertir en realidad algo que hasta hace poco me había resignado a convertirlo en utopía. Lo confieso. Soy culpable de parecer un gato pardo en busca del amor de la luna mas perra, ese deseo que ha terminado por dirigir mis pasos hacia el Este, sin brujas o zapatos rojos, pero en una oportunidad.
En el suelo no había baldosas amarillas, tan solo una brújula personal con la piel bañada por el agua del Mediterráneo y cuya magia ha hecho esto posible.
He de confesar que llene la maleta sin mucha esperanza.
Las experiencias pasadas quedan en la memoria como cicatrices invisibles, marcas de egos desmedidos, promesas etílicas olvidadas en la sobriedad o cabecitas locas repletas de pájaros.
Nada mas lejos de la realidad.
Pocas veces me produce tanta satisfacción equivocarme y ocurrió como ocurrió hace unos años con cierta fotógrafa. Estrecha
s esa mano, cruzas un par de frases y al instante si crea una especie de nexo. Una conversación que no necesita explicaciones a sabiendas que tu interlocutor entiende perfectamente tu punto de vista, añadiendo sus propios detalles, nutriendo ese mundo imaginario resumido en un buen puñado de hojas hasta hacerla crecer para que se convierta en realidad.
Es fascinante ver como esas personas salpican lienzos con colores asegurándote que una mancha verde terminará siendo un una mesa de café con sus respectivas sillas. Tu escepticismo te hace dudar de ello. Pero la mancha se convierte con la punta del pincel en esa mesa y como si de un ilusionista dispuesto a mostrarte su último truco, terminas por descubrir que prefiere que se convierta en un columpio.
No puedes evitar quedarte boquiabierto ante tal genialidad.
Me recuerda a esas leyendas que se cuentan sobre los guitarristas de blues que venden su alma en un cruce de caminos. Ese don innato nacido en las puntas de los dedos para crear algo donde un segundo antes no había nada.
Parafraseando a Robe, la masa social adormecida, seguramente lo tachase de demente o ajeno a esa realidad social que ellos consideran “buen ciudadano”. Estúpidos ignorantes. Ciegos ante como los bocetos de un simple cuaderno pueden despertar una imaginación que tenía de vacaciones, líneas que cuentan una historia sobre una sociedad decadente, que un Punki intentaría hacerla despertar de su decadencia únicamente con la melodía de su flauta.

Ese fue el objetivo de mi huida con retorno, salpicada a medio trayecto por la voracidad de esa bestia sin corazón llamada asfalto, ese asesino ajeno a la felicidad, que puedan terminar un futuro en un abrir y cerrar de ojos. Cuando pega su dentellada cerca te hace pensar, valorar a esas personas desconocidas, que te abren la puerta de su casa como si hubieras estado ahí siempre. Compartiendo unas horas. Navegando entre música y cine hasta llegar al epicentro de ese sitio donde los colores dibujan palabras y las palabras crean colores. No sé cuanto durara ni a donde me conducirá ese nuevo camino (seguro que no será Kansas) pero bajo la ilusión de un niño al encontrar al menos esa posibilidad de convertir una idea en realidad.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...