8/20/2012

HA ELEGIDO USTED KALIMOTXO SIN PLOMO

Ya estamos otra vez con el dichoso día de la semana, lunes, momento de resurección o cuanto menos puesta en marcha del cuerpo. Tampoco es que sea un lunes cualquiera, es una semana diferente, esa en la  cual llegas a casa mojado con kalimotxo, mas bien, es como si fueras un muerto viviente movido a espasmos acompasados entre bostezos y tragos de katxi.
La diferencia la descubres tan pronto como bajas del metro de camino a ponerte tu disfraz, ese olor, el aroma a desinfectante con aire de limón que golpea tus fosas nasales. 
El peor enemigo de los gaupaseros.
Antes, cuando tenías mas pelo en la cabeza y menos borracheras en el hígado, jugábamos a ser vampiros, soportando heroicamente el sol mañanero, la mezcla de vómito y orina con tal de tomarte la ultima. No importaba que tu cuerpo dijese basta, tu seguías, aguantabas como un titan hasta poder deleitarte con ese desayuno de cubata con churros.
La vida era así, al menos, hasta que alguien inventó el maldito desinfectante, es olerlo, y tu cuerpo decide que está cansado, tiene sueño y no le apetece ese último trago.
Lo jodido del asunto, es que esta sensación la llevas arrastrando hasta el domingo para convertir el día en ese triangulo de la bermudas, ese día que desaparece entre tu sofá y tu cama. Lagunas en forma de océanos que no buscamos, pero que para que engañarnos, no dejamos convencer para tomar cubatas de sobremesa y comenzar a ver a las siete de la tarde dos Marijaias por el precio de una.
Con este principio nada bueno puede terminar sucediendo cuando dejas a un diabético borracho con una aguja en esta, nuestra gran y simpática familia.
Acertasteis se la intentó clavar a otro...¡Azucar!
Entre medias, gente, familia y amigos, todos regados por alcohol. Gente que iba y venía terminando formando una especie de etílico ejercito mecidos por la marabunta, parando entre Txozna y Txozna para recargar los vasos con mesura.
Al menos hasta que algún iluminado que se le ocurrió que las cuatro de la mañana era buena hora para empezar a tomar mojitos y sentirnos tropicales.
Llegados a este punto...¿Alguien me puede explicar porque me emperre en tocar una armónica encima de un escenario? ¿O eran unas maracas?
Bueno, a lo que iba.
Fue una noche rara, rara, rara...de cojones. De esas que solo suceden cuando te anudas el pañuelo azul al cuello y la señorita a la que el desodorante jamás le abandona recorre Bilbo. Esas de mensajes domingueros de puzzles, de piezas en tu falta de memoria, en un intento por recomponer los trozos que alguien ha borrado de forma deliberada.
En resumen, una buena noche.

P.D. Adoro el Paracetamol....Ya luf yu!

  

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SOLAMENTE UNA PIEZA...