Es algo tan habitual que ya ni siquiera nos ponemos a pensar en lo doloroso que resulta una herida en el corazón.
Ya sabeis, esas heridas ficticias pero tan jodidas, como si fueran realidad. Esas llagas abiertas, supurando melancolía y dolor.
Esas heridas que nada puede curar, que nadie puede coser, que simplemente desaparecen cuando el tiempo te ayuda a olvidar. Son sin duda una de las partes mas peligrosas de las personas, porque cuando nos duele el corazón, generalmente, buscamos la misma droga. La autocomplaciencia.
Es nuestro particular narcótico natural, tan poderoso que nos hace comportarnos como no somos, ser mas frágiles, mas insensibles o incluso crueles..
Buscamos en otros brazos parar la hemorragia de sentimientos pasados, sentimientos que nuestro corazón se empeña en grabar. Son épocas negras, duras e incluso realmente jodidas, donde buscas sexo cuando quieres amor, buscas lujuria cuando buscas cariño y sobretodo, donde confundes todo y en realidad no buscas nada.
Días que todos vivimos y jamas queremos que se repita, cicatrices grabadas en nuestro pecho para recordar nuestro pasado, nuestros errores o fracasos.
Renaciendo
Hace 9 años
0 Comentarios:
Publicar un comentario