8/25/2015

PUNTO FINAL

Como cualquier final la nostalgia suele atrapar a todo aquel que hace algo con una fecha de caducidad. Las historias lo tienen, proyectos que nacen como unas ideas locas e inconexas, retos a lo personal en los que lentamente los empiezas a hinchar a base de vivencias. Personajes ajenos que se convierten en tan íntimos que a veces terminas perdiendo el norte y te hundes en el sur de los deseos. Anhelos de sentir lo que ellos sienten, disfrutar de los momentos buenos e íntimos creados de tus propios deseos y que casi como por arte de magia, crees encontrándotelo de bruces en la realidad.
El deseo de encontrar una felicidad.    
                                                                                                       
Sin embargo toda ficción se golpea con la realidad, revolcándote en quimeras y sintiendo que la verdad suele estar lejos de lo épico. Es cuando lo comprendes, entiendes que ahí reside lo especial de las líneas que esconde Nunca Jamás, no es magia, simplemente realidad con tildes de ficción repletos de sombras personales.
Es una sensación agridulce.
Ves el final cerca, aún le queda mucho que retocar y saber que la mejor de las editoras está a mi lado me calma, pero la historia está ahí, limitada con ese punto final y un nombre como última palabra. El misterio de la protagonista desnuda, como si tratase de un macabro juego, donde la demagogia, el sexo y la sinrazón esperan su turno para subirse al escenario.
Hacer bailar a una decena de figuras ha sido divertido.
Cansadamente ameno, una rutina que me ha ayudado a mantener una calma equilibrada. No es un secreto que escribir me ha ayudado durante años, una armadura como otra cualquiera, cuya única finalidad era mantener todo dentro de la tranquilidad. La traición suele causar este tipo de situaciones, con un poco de suerte, termina por crear algo productivo.
Por eso siempre que llega al final sientes el vacío.
El momento que una de mis frases preferidas cobran sentido al desear que lo bueno dure para siempre y sin embargo, dura lo que tiene que durar. Generalmente más de lo debido. Lo suficiente como para pensar en que ya no tienes nada que ofrecer cuando esto llegue a su fin y casi permitiendo que la desidia se apodere de cualquier atisbo de creatividad. Demasiado parecido a la realidad, donde la ilusión momentánea de lo desconocido, comienza a diluirse según pasan los días.
El secreto es cambiar de rumbo.
Bajar el telón cuanto antes y permitir que los nuevos actores ocupen las tablas, ni siquiera tienen que ser noveles, viejos conocidos de años de tormentas deseosos por regresar ahora que todo está en calma. Es la facilidad de bailar entre el pasado y convertirlo en presente de nuevo o dar por finalizados presentes sin ningún futuros, sin planes a largo plazo, mas lejos de una borrachera de jueves y un viaje al centro.
Sensaciones que te hacen volver a encender las máquinas, pensando que tal vez lo que ofreces es importante, lo suficiente como para terminar siendo un testigo de excepción en uno de los días únicos de una gran amiga.
Detalles que hacen todo más fácil.
Tanto que sin quererlo un nuevo título se dibuja como si fuera iluminado por neón, una sola palabra que resumen lo que quieres que sea una novela negra, con una policía llevada al límite por un viejo conocido.
Nominado.
Te gusta.
El juego empieza de nuevo.

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SOLAMENTE UNA PIEZA...