2/03/2015

EVOLUCION EMOCIONAL



“A todos nos gustaría que lo bueno dure para siempre pero luego dura lo que tiene que durar…generalmente más de lo debido”.

Hoy voy a utilizar una de las citas que más me han gustado siempre de uno de mis grupos fetiches.
Es un buen resumen vital de como atamos las personas cuando intentamos sobrevivir a una evolución, que lejos de continuar siendo física, ha terminado por convertirte en algo emocional.
Vivimos entre decenas de lazos invisibles que nos atan a otras personas, un puzle infinito cuya dificultad, no es otra que una imagen de muestra en continuo cambio. Somos creadores o destructores a partes iguales, sabemos amar con locura u odiar con el mismo énfasis, navegantes entre un blanco nuclear y el negro más oscuro con solo dar un paso.
Un día bien.
Al otro fatal.
La evolución humana del siglo XXI está atada a las ondas y datos, creando espejismos de decenas de amigos en un lugar que no existe, sin darnos cuenta, que lo real siempre será mucho más auténtico que un ME GUSTA. Vivimos con el miedo a la perdida artificial y obviamos la real, esa que duele, que te hace sentir que se ha caído un engranaje de la maquinaria. Un vacío que parece hacer que nada tiene solución y nada volverá a ser tan bueno como lo era ayer.
El secreto consiste en saber ver lo que se tiene y no añorar lo que se pierde.
Es la verdad que aprendí hace muchos años, el veneno de una traición suele ayudar a ello, es la manera de abrazarse al presente y saber apretar fuerte, tan fuerte como puedan tus brazos para hacer cada segundo único, no anhelando que sea eterno, sabiendo que esa fragilidad hace que se aprenda a valorarlo de manera especial.
Estamos hechos de un agua donde flotan demasiados sentimientos, vivimos expuestos a ellos y los que nos creemos valientes, sabemos recibir las heridas a pecho descubierto. No. No se trata de valentía sino saber que por mucho que las cosas cambien, siempre habrá gente ahí, tocando teclas para convertir algo vulgar en mágico o un cafe salpicado en la lluvia de Bilbao, seres únicos e inconfundibles, que recogen engranajes los días malos y los vuelven a colocar en su lugar.
Tic.
Tac.
Tic.
Y esta máquina desacompasada vuelve a ponerse en movimiento, animada, sabiendo que alguien está trabajando en un 18 para tí o te preguntan que tal el día con una coletilla cariñosa que asegurar odiar y te encanta escuchar en la intimidad.
Por eso me hace creerme en el engaño de pensar que todo durará para siempre....aunque solo dure lo que tiene que durar....generalmente más de lo debido.
 

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SOLAMENTE UNA PIEZA...