Cuando el insomnio llama hay que aprender a utilizarlo en tu favor, regla
básica de supervivencia para locos creadores y demás especies nocturnas que
escapan de la razón de lo cotidiano. El resto de los mortales no busquéis ninguna
explicación, los que lo han entendido a la primera que sigan escribiendo porque
entenderán las siguientes frases.
Esos enemigos de dioses del sueño y reyes de colchón de pluma que pueden
vivir a base de nicotina y cafés tamaño industrial cuando sientes que las
neuronas están de su lado. Aves nocturnas que dan rienda a sus pasiones, de
carne o mente sin importar que el despertador probablemente los asesine dentro
de pocas horas, sin necesidad de resoplar preguntando el motivo de la carencia
de sueño sino buscando una manera de combatir la guerra perdida al descanso.
Un secreto.
Al menos en mi caso me suele dar igual que me miren raro cuando digo que
he dormido menos horas que los dedos que tengo en una mano, sobre todo porque
al sacrificar unos cuantos minutos, suele ser por la mera excitación de estar
acabando un puzzle de palabras que ya dura tres años. Es simplemente emoción
sin filtros. Esa sensación de ver el final de una historia que nació con el
dolor y la decepción de un proyecto que se nos fue de las manos y al que
vendimos parte de la salud, es dejar las aglomeraciones de ojos y centrarse en
un pequeño publico selectivo para hacerles partícipes de este plan desordenado.
Es sentir como subes y bajas con los sentimientos de unos personajes que no
existen en realidad y al mismo tiempo son tan reales como pequeñas partes de
uno mismo.
Un galimatías que muchas veces te hace dudar quien manda a quien.
Es sin duda saber haber despertado la curiosidad en la gente y disfrutar
con sus opiniones salpicados de consejos, a veces sin que ellos mismos se den
cuenta, para poder llevar a buen puerto la historia de un teatro contada de una
manera tan atípica que a veces puede llegar a rozar la locura del autor. Pero
solo hace eso. Arañar la superficie de lo que ahora mismo estoy sintiendo, esa
satisfacción de ver una genialidad hecha dibujo en forma de visión satírica de
lo que para mí sería Nunca Jamás. Un antro donde poder escupir entre relatos a
los personajes de los cuentos infantiles pasados por la batidora de mi cabeza,
es simplemente odiosamente divertido, sentir ese juego de tira y afloja entre
un bar del surrealismo y un teatro salpicado de oscura realidad.
Tranquila/o sino lo entiendes, con un poco de fortuna podría ser que en
el futuro lo entiendas.
El resto, aquellos que lo entiendes deciros que a pesar de pensar
realmente que no llegaría para Septiembre a terminarlo, me he vuelto a
sorprender a mí mismo y mis sesiones de evasión del sueño tecleando como un
adicto, no por las ganas de terminarlo sino por verlo tan claro que me
parecería un insulto no verlo.
Eso sí, sigo sin tener ni puta idea si ya he perdido el mando de todo
esto.