SILENCIADOS POR EL RUIDO

Estirpamos corazones.

Vivimos tiempos locos que terminarán por convertirnos en cuerdos carentes de sentimientos por miedo a que el sufrimiento supere al placer del momento. Permanecemos impasibles en un intento por no sufrir heridas temporales que nos causen dolorosos recuerdos futuros. Nos encerramos, lanzamos la llave y esperamos paciente a que todo pase sin pena ni gloria.

Predestinados a la necesidad de convertirnos en los primeros olvidamos lo primordial.

Somos únicos.

Genuinos y tan especiales como cada una de las bocanadas de aire que llenan nuestros pulmones, con nuestros defectos y virtudes, pero sobre todo, dueños de nuestras decisiones. Con nuestros aciertos y fracasos. Nuestras vidas repletas de lloros bañando sonrisas, que forman el todo y nos acercan a la única verdad absoluta que refleja cualquier espejo. 

Solo nosotros somos dueños de nosotros mismos.