Y al que le dé que me perdone.
Así comenzaba una canción de otro siglo pero que al
final se ha convertido en algo tan lapidario como real. El poder de la palabra
se ha convertido en unos grilletes a golpe de clic sin filtro ni razón,
simplemente vista bajo el prisma de la razón absoluta que creemos tener todos.
Esa facilidad de ofendernos sin querer darnos cuenta
que si algo nos molesta y escuece es porque hay una herida con pus debajo de
las costas del buen rollismo.
Es alucinar esa gran indignación porque una canción
protesta sobre un problema con números, nombres, tumbas y más de 50 víctimas,
puede causar más indignación que los propios asesinatos. Ofendiditos que se
esconden bajo la indignación de la pura realidad, todos los tíos tenemos un
tanto por ciento de machista, así nos educaron y lo lógico sería comenzar a
reeducarnos desde nosotros mismos, pero eso es difícil, es asumir algo malo y
eso de asumir los errores cada vez parece más difícil.
Ahora viene la parte que hay muchas feminazis que
quieren cortarnos los penes… bla… bla… bla… ¡Venga! Acepto que como en todo
seguro que hay mujeres malas y cabronas, seguro que las hay, en todas las
estatus sociales hay bastard@s, aunque volvemos a eso de las de 50 y subiendo
creo que convierte ese argumento en algo poco menos que una soberana estupidez.
Por eso una canción que usa el término violador nunca
me parecerá mal porque no me siento identificado… y el que lo sienta pues que
se lo hagan mirar.
Solamente es el enésimo dilema moral de una sociedad
cada vez más analfabeta y carente de algo tan vital como la educación. Es algo
tan básico como cada vez mas escaso, esa falta palpable ética, moral y que
parece que la hemos cambiado por esa valiente ignorancia que nos la da el poder
encontrar lo que sea en la red sin necesidad de contrastarla ni debatirla con
alguien que sea diferente. Cada vez más borregos y creyéndonos los putos amos
de la barraca, es el sacrilegio del feminismo, patriotismo o cualquier otro
tema puntiagudo sobre el que todo el
mundo se cree capacitado para tener la razón y pocos se atreven a rebatir en
contra de alguien con ideas opuestas.
Aunque así todo es más fácil, vaselina para el pueblo
con programas tan lamentables como los que permiten una violación en directo,
la esconden y lejos de ser suspendido, se vanaglorian de ser líderes de audiencia.
¿Es normal? Tanto como que 3 hombres adultos suban a casa con una niña de
quince años y tras ser acusados de violación se monten manifestaciones a su
favor y criminalizando a la propia víctima, amenazando y filtrando pruebas de
un juicio que guste o no es un fallo judicial.
¿O es que la justicia nos gusta o no según el auto?
Y más allá de todo eso sin entrar en valorar la
sentencia. ¿Te parece normal que tres tíos suban con una niña de quince años a
un piso para montarse una orgía? Si es que sí, seguramente eres de los que te
ofenden la canción sobre el violador.
Pero hay que buscar enemigos.
Rojos. Fachas. Independetistas. Terroristas.
Feminazis….
Todos tenemos a nuestros predilecto pero lo único
real son las cifras, las dichosas matemáticas y por mucho que algunos las
intenten esconder o manipular para poder adornar sus mensajes rancios, los números
no mienten. Las listas de espera de los hospitales no entienden de banderas
sino de dinero, números y más números, porque con un seguro privado tus
posibilidades de sobrevivir se multiplican. ¿Demagogia? Podéis pensar lo que
queráis pero como he dicho no es opinión sino número. Los ambulatorios cerrando
en plena navidad en Sevilla porque no hay médicos, bueno médicos si hay lo que
no se hace es contratarlos y es mejor exportarlos al extranjero para que se
busquen un futuro, aunque si es otro el que llega a nuestras costas que salga
el amor propio nacido de una reconquista, que sorpresa, sorpresa, nunca fue
tal.
No lo digo yo sino la propia historia y quien no me
crea que pierda un poco de tiempo y lo busque que con internet es fácil.
Ética y educación.
Algo tan sencillo de lograr en esta era de
información y que sin embargo parece imposible dado el camino que nos hemos
emperrado en tomar.
Lo del cambio climático lo dejo para otro día.
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