9/14/2016

ME GUSTAS TÚ



Las cosas surgen como uno menos se lo espera, a su ritmo, sin poder acelerarlo o retrasarlo a voluntad. Es la verdad detrás de las sombras y luces de princesas o príncipes montando radiantes corceles de blanca pureza, mentiras de celuloide capitalista, donde el foco se pone en el “Happy end” y no en el proceso que viene antes, durante y después que la pantalla se funda en negro.
Lo dice alguien experto en ese tipo de batallas.
Peleando a la contra como escribía Bukowski, haciendo mía esa lucha contra la felicidad embotellada, con cada intento por buscar algo en cada cama, mirada o sonrisa dibujada en labios diferentes pero tan sumamente iguales que al final se decide dejar de buscar nada.
Cuando no buscas nada sueles encontrarlo todo.
En sitios tan extraños como en Santo Tomás, la normalidad convertida en genuino entre llaves extraviadas y maceteros que parecían cobrar vida. Nueve meses. Una pequeña gestación donde la calma siempre ha sido la mejor de las compañías, esa perfección por no mirar a una meta futura sino caminar a cada paso, cada estupidez, cada risa absurda como rebeldía a un mundo que bastante jodido anda entre la muerte y la avaricia.
Esa virtud altruista que siempre tienes de dar un poco más de todo, a veces demasiado, ha conseguido que todo me parezca un poco más humano y muchísimo menos aburrido. Lo suficiente como para aprender a disfrutar sin buscar siempre la perfección, con mis defectos y los tuyos, haciendo único cada metedura de pata o pequeño traspiés, en forma de broma de lo absurdamente genuino. Ese humor como buena base para todo lo demás, la atracción de cada noche y el placer de despertar con un beso, toda una mezcla de razón irracional y ganas de simplemente disfrutar el instante. Ese es tu secreto. Ofrecerme todo lo que siempre busque sin pedir nada a cambio, embarcándote en mis locuras y dejándome ser cómplice de las tuyas, sin barreras, mezclando lo profesional con lo personal sin ningún tipo de barrera pero tampoco perdiendo la objetividad. Es compartir ese hambre por conocer lo desconocido, lo que acojona hasta el infinito, no te equivoques, se trata de un temblor de piernas agradable, diría que incluso aunque suene absurdo, seguro. La necesidad de intentar sorprenderte en cada instante para que no  y nos termine asesinando la monotonía y nunca cansarme de darte las gracias por haber estado ahí en el momento preciso.
Zorionak preciosa!

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SOLAMENTE UNA PIEZA...