Este es el título de una película que viendo como
están las cosas, en vez de una comedia se va a convertir en una profecía digna
del mismísimo Nostradamus. La realidad es dura. El ser humano está extinto y el
verdadero problema, es que nos hemos convertido en seres tan sumidos en la
ignorancia que aún no nos hemos dado cuenta.
Es una realidad global, dibujada en la manera que se
trata a personas, hombres, mujeres o niños. Los llamamos refugiados, una
palabra genérica, fácil de moldear para no tener que pensar que detrás de cada
una de esas miradas de miedo, hay una vida, familia o sueños truncados por la
peor lacra del ser humano.
El dinero.
Papel mojado teñido en sangre, vergüenza o miseria,
donde la dignidad humana siempre desaparece cuanto más se desea. Hemos sido
testigos del último esperpento en forma de cuentas en paraísos fiscales, libres
de pagar lo que deben y obligándote a ti cada mes de Mayo por caja. No vaya a
ser que no quede dinero para obras sociales, pensiones o peor aún, que los
comunistas acaben con este sistema perfecto del: “Tanto tienes tanto vales”
¿Queremos seguir con esta forma de pensar?
No me refiero a la mentalidad global (me reitero en
la idea que ya estamos extintos) sino a nivel local. Esa carencia de vergüenza de
los ladrones, políticos sin ética y demás calaña mediática que se llenan la
boca de exigencias y por las sombras son peor que los ladrones de Ali Baba. La
sensación de total impunidad con la que aún siguen moviéndose, alérgicos a
dimitir porque es sus varemos de personas honradas la palabra ética, esta
violada, apaleada y malversada con tanta saña como los fondos públicos con los
que se han llenado los bolsillos.
El pan de cada día y aquí no pasa nada, es la
picaresca, esa seña identidad pareada con toros de huevos gigantes, de por
cierto, otro de esos ilustres patriotas que tenían el dinero al otro lado del
charco.
¿Pero porque no pasa nada?
La respuesta es fácil, han arrancado la creatividad, matando
a los nuevos genios que a dura penas han salido los últimos años de unas aulas,
cada vez mas alejadas de la palabra educación. Un plan maestro para crear
borregos que crearán nuevos borregos hasta formar un gran rebaño que poder
manejar sin problemas, idiotas dominando la basura, alejados de la élite y
alimentados a bases de Realities de todo tipo. Enseñar que trabajar duro es una
estupidez, es mejor enseñar las tetas en un plato de televisión o machacarte en
un gimnasio para lucir un cuerpo diez. Mierda y mas mierda. Comida de mierda,
televisión de mierda y sobre todo empozoñar la cultura, crear basura
encuadernada, metérselo por los ojos a los borreguitos a cambio de unos euros.
Hombres y mujeres de paja que adoptan los roles que sus amos les mandan,
escritores, actores o cualquier otra cosa que quieran manchar y convertirlo en
cuentas millonarias. La facilidad de la fama. Manteniendo lejos a la gente
realmente innovadora, a esos científicos, escritores o cualquier otro valor
humano, que es demasiado bueno para cuadrar en este juego de piezas de dominó.
Mientras una generación se vuelve a perder.
Esta droga no viene en aguja sino en forma de
incultura, la ignorancia de la soberbia, donde todo adolescente sabe de memoria
los nombres de millonarios que juegan con pelotitas pero ni siquiera saben quién
fue Tejero o que fue eso de la dictadura de un tal Franco. La ignorancia es
realmente peligrosa, la consecuencia que en contra de otros países, donde hasta
un primer ministro se ha visto obligado a dimitir por la presión popular, aquí
se resume en manifestaciones para salvar a un concursante del Gran Hermano o
celebrar un título en el futbol.
Está claro que acabaremos llorando lo que ahora
reímos, mientras tanto, sigamos disfrutando de este circo dantesco que nos está
convirtiendo en la verdadera vergüenza de la humanidad.