11/09/2016

LA CABEZA DE LA SERPIENTE



El mundo se ha levantado con el pie cambiado y el grito en el cielo al ver como la tierra prometida se ha convertido en una tragicomedia de lo bizarro, todo nos parece aberrantemente imposible. Un misógino, racista y bufón sociópata posando las nalgas en una de las sillas más importante del mundo, nos hace pensar que el mundo está realmente chungo o al menos hoy parece que la gente lo ha visto. Pero lleva mucho tiempo así. Lo de Norte América de esta noche no es sino el reflejo de la mierda en la cual hemos convertido el mundo y no hay que achacarlo a los americanos o a Trump, esto ya estaba jodido mucho antes.
En contra de la mayoría de los comentarios de hoy creo que el nuevo presidente ha sido el más listo en una clase de tontos. La verdad es que la otra candidata no era sino reflejo de una clase política que miraba por encima del hombro a la gente de a pie, les abrazaban un día cada cuatro años y de nuevo subían a los torreones desde donde dirigían el mundo. En eso Trump ha sabido sacar partido, el fango lleva siendo su lugar predilecto durante muchos años, sabiendo como explotar las cadencias de ser humano para llegar a esa gente invisible cuyo nivel moral es tan sumamente bajo, que están incluso fuera de cualquier tipo de encuesta.
Son los racistas que quieren expulsar de una tierra que ellos robaron, lo sé, algo tan absurdo como esa masa de hombres de cruz en el pecho y anhelo de superioridad, que piensan que una mujer nunca debería gobernar otra cosa que una cocina. ¿Absurdo? Pues esa es la realidad que está pasando de nuevo en el mundo, la derecha seguirá votando a la derecha, fiel como ir a esa iglesia de un ser imaginario que nadie puede poner cara pero que todos lo utilizan para atemorizar a las masas ignorantes.
Ese es el secreto.
La ignorancia es una valiente asesora de esas personas de miras cortas y menos necesidad de darse cuenta que por mucho que quieran evitarlo, forman parte de un todo. Esa necesidad de rasgarse las vestiduras por una nacionalidad, y buscar los errores de una economía salvaje y sin ningún tipo de consideración por la humanidad en los extranjeros, no es solo un pensamiento gilipollas sino también falso. Esas personas vienen de países donde multinacionales contratan con salarios de esclavos a esas mismos hombres y mujeres que los “blanquitos de bien” se encargan de querer devolver a sus países, pero solo a ellos, la ropa, móviles, ordenadores y todo aquello que alimente al espíritu del capitalismo, que se quede y a precios de saldo.
Es la falta de respeto por el medio ambiente, sin importar hipotecar a generaciones venideras sin un planeta con recursos tan limitados, que empieza a dar verdadero vértigo.
La ignorancia es el secreto.
Mantener una masa analfabeta será siempre el mejor de los secretos, saber ocupa el mismo lugar de la crítica, y la crítica nos ayuda a valorar lo que creer o no creer basándonos en nuestra propia experiencia. En Norte América nos esta horrorizando, lo que pasó aquí ya lo hemos olvidado y lo que pasa a diario a nivel personal ni siquiera lo valoramos. El gran secreto de la Idoticrácia. Tener masas sumisas sin ningún tipo de sueño más allá de un nuevo teléfono, o seres sin otro deseo que ser lamentables sombras de bufones de mayor estirpe, esos lamentables seres que se levanta,  aplauden ante su propia complacencia y son alabados por el resto por convertirse en virtud la vagancia extrema.
La falta de necesidad de buscar ser un poco mejor persona nos sume en el fracaso como sociedad, creando miedo y el miedo termina en la estupidez donde los peores valores que nos definen, queda reflejadas en días como los de hoy.
Así que dejemos de preocuparnos y aplaudamos porque todos tenemos un poco de culpa de lo que esta sucediendo, pongamonos en pie, esbocemos una sonrisa y pongamonos monos para el fin del mundo.
P.D. ¿A que lo de los zombies no parece ya tan jodidos? 


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10/17/2016

CUESTION DE MANO

La verdad es que no sé tener el telón bajado mucho tiempo, es una especie de vicio, esa necesidad por intentar escupir por los dedos las ideas confusas de una cabeza con alma de jaula de grillos. La diferencia es que ahora no es una necesidad para apaliar ciertas deficiencias adquiridas a lo largo de los años, se trata de mero disfrute creativo, acrecentado con esa pequeña dosis diaria de líneas y tachones para dar forma a nuevas ideas.
Es algo que lo veo de manera fácil, casi natural, incluso cuando me preguntan si sigo alguna rutina para hacerlo no sé la respuesta. Mis pies en alto son solo una seña de identidad, la pequeña manía que repites como en un experimento de Paulov, el resto no se puede enseñar con una guía o unos pasos a seguir como una fórmula perfecta. Ese es el secreto. La mera imperfección de la creatividad de caprichos o noches en vela, es el disfrute por unir las piezas de un puzle sin carátula, encontrando pistas en cualquier gesto, mirada o paisaje perdido entre pintas de cerveza.
Seguramente es la compañía, estoy casi seguro que en toda la ecuación es lo único que ha cambiado de aquí a casi un año. Día a día se ha ido tejiendo una pequeña y compleja retroalimentación, entre pintas y acantilados, en dosis de buen rollo que nutren estas líneas o los cuentos que aún no han salido de la caja de la inventiva.
Son todas las palabras que quedan por escribir, esas que hacen que un Nobel pueda cantar un poema, levantando un huracán y no mostrar la menor reacción. Palabras de amor. Palabras de odio. Palabras de asco por los que las utilizan para violar la dignidad humana, arcadas contra la propia humanidad, lejos de cualquier dignidad o clase social más allá de ser la mejor definición de inhumano.

Al fin de cuentas, ahora puedo quedarme con lo bueno a pesar de lo malo, ese siempre ha sido la siempre la solución y ahora parece realmente sencilla, simple, dejarme arropar los días de tormenta sin perder las ganas de escupir de vez en cuando unas cuantas líneas en este lienzo en blanco. 



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9/14/2016

ME GUSTAS TÚ



Las cosas surgen como uno menos se lo espera, a su ritmo, sin poder acelerarlo o retrasarlo a voluntad. Es la verdad detrás de las sombras y luces de princesas o príncipes montando radiantes corceles de blanca pureza, mentiras de celuloide capitalista, donde el foco se pone en el “Happy end” y no en el proceso que viene antes, durante y después que la pantalla se funda en negro.
Lo dice alguien experto en ese tipo de batallas.
Peleando a la contra como escribía Bukowski, haciendo mía esa lucha contra la felicidad embotellada, con cada intento por buscar algo en cada cama, mirada o sonrisa dibujada en labios diferentes pero tan sumamente iguales que al final se decide dejar de buscar nada.
Cuando no buscas nada sueles encontrarlo todo.
En sitios tan extraños como en Santo Tomás, la normalidad convertida en genuino entre llaves extraviadas y maceteros que parecían cobrar vida. Nueve meses. Una pequeña gestación donde la calma siempre ha sido la mejor de las compañías, esa perfección por no mirar a una meta futura sino caminar a cada paso, cada estupidez, cada risa absurda como rebeldía a un mundo que bastante jodido anda entre la muerte y la avaricia.
Esa virtud altruista que siempre tienes de dar un poco más de todo, a veces demasiado, ha conseguido que todo me parezca un poco más humano y muchísimo menos aburrido. Lo suficiente como para aprender a disfrutar sin buscar siempre la perfección, con mis defectos y los tuyos, haciendo único cada metedura de pata o pequeño traspiés, en forma de broma de lo absurdamente genuino. Ese humor como buena base para todo lo demás, la atracción de cada noche y el placer de despertar con un beso, toda una mezcla de razón irracional y ganas de simplemente disfrutar el instante. Ese es tu secreto. Ofrecerme todo lo que siempre busque sin pedir nada a cambio, embarcándote en mis locuras y dejándome ser cómplice de las tuyas, sin barreras, mezclando lo profesional con lo personal sin ningún tipo de barrera pero tampoco perdiendo la objetividad. Es compartir ese hambre por conocer lo desconocido, lo que acojona hasta el infinito, no te equivoques, se trata de un temblor de piernas agradable, diría que incluso aunque suene absurdo, seguro. La necesidad de intentar sorprenderte en cada instante para que no  y nos termine asesinando la monotonía y nunca cansarme de darte las gracias por haber estado ahí en el momento preciso.
Zorionak preciosa!

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6/16/2016

PALETOS DE CIUDAD



En todo viaje que se hace en compañía cada uno de los miembros desarrolla un rol en beneficio del equipo. Cuando hay más de dos miembros el trabajo se puede repartir de manera que todo funcione, pero cuando el número no excede al dúo, cambiar dichos papeles puede terminar en siniestro total.
Sobre todo cuando el espíritu del gran Paco Martínez Soria os posee.
Tan solo hay que cambiar la gallina por un par de teléfonos de última generación inútiles y la boina por una maleta en la que pueda entrar un muerto y ya está todo preparado para que comience la función. El ambiente es importante. Un aeropuerto cuya temperatura media debe de estar medio grado por debajo del infierno es un dato a tener en cuenta, una sauna gratuita para comenzar el traslado, bajo la premisa que a más tardar te podrás duchar en tres horas a lo sumo.
Error.
Llegar a Budapest parecía la mayor odisea que tendríamos pero cuando el autobusero decide cerrar las puertas detrás de ti y dejar a la otra mitad del equipo en tierra sabes que el show iba a continuar. Aclaro que la otra mitad se ha quedado en tierra, sin pasaporte, dinero o un triste billete de autobús, mientras yo me adentraba en lo desconocido con mi maletón. La razón me ha hecho bajarme en la primera parada (en mitad de ninguna parte) preguntar a una señora donde estaba la parada de vuelta entre señas (el inglés no es muy amigo de los húngaros como luego os explicaré) y pasar la carretera bajo la esperanza que las enseñanzas de niño hubieran hecho mella en mi fiel compañera y se quedase en el aeropuerto esperando mi regreso.
¿Adivináis?
Cuando estaba ya montado en el bus de vuelta una señorita me hacía aspavientos desde el otro lado de la carretera, por supuesto que se ha montado en el siguiente, sin dinero ni documentación, a la espera que milagrosamente me diera por mirar hacia la carretera para verla mover los brazos como si fuese un salvamento marino.
De no ser así me imagino que hubiéramos estado los cinco días del aeropuerto a la primera parada en un bucle infinito, bueno tal vez cuando la detuvieran por no poder identificarla me hubiera llamado….espera….tampoco.
Ya llegaremos a eso.
Tras coger el bus, bajar en una estación donde las ratas huían de las palomas porque eran de mitad de tamaño y un señor con unas llagas gigantescas en las manos nos ha dado la bienvenida, hemos cogido el segundo autobús rumbo a nuestra ansiada casa y su ducha. Hemos montado los dos y acertado la parada, llegando sin mayor problema, a nuestro “remanso de paz en mitad de Budapest”
Lo de paz era cierto porque no había más que un parque y una eterna calle casi sin asfaltar donde hemos andando con paso decidido, teníamos la calle y solo nos quedaba buscar el portal.
Al llegar una nueva sorpresa en forma de timbres sin nombres nos esperaba, así que tras casi cuatro horas de viaje, ya no hemos dudado en tocar todos hasta que una viejecita que terminaría siendo entrañable, ha aparecido para hablar con nosotros.
En húngaro por supuesto.
Tras no entendernos y dar por sentado que la señorita del piso nos estaba vacilando, hemos decidido desandar nuestros pasos y buscar algo con lo que poder llamarla por teléfono. Porque amiguitos no hay nada más inteligente que llevar dos súper móviles última generación y no tener en ninguno de los dos activado el Roamming. Así somos. Vivimos alocadamente, siempre al límite, tanto que dado que del binomio mi compañera es la que mejor habla inglés, se ha ofrecido a suplicar por el parque cercano a todo aquel que pasase que le dejase hacer una pequeña llamada telefónica.
La verdad es que podía haber ido yo mismo porque con mi nivel de batalla en idiomas, creo que hubiese parecido un profesor nativo del mismísimo Londres dado el nivel. Al final una pareja de buenos samaritanos nos han dejado el teléfono, llamadita, y la dueña del piso insistiendo que ella estaba en el piso pero que se tenía que ir en breves. Carrera de nuevo hasta el portal de la amable ancianita, no sin antes, dar las gracias y contestar afirmativamente a la pareja amable que ya sabíamos hacia dónde dirigir nuestros pasos.
Es decir al mismo lado de donde veníamos.
Tras llamar al único timbre que nos quedaba, más que nada para que no tuviese envidia, hemos decidido cambiar de táctica y usar el viejo recurso del llamamiento por grito: “Wilma ábreme la puerta” y por supuesto la única que ha vuelto a aparecer era la dulce ancianita, esta vez ataviada con sus gafas e intentando comunicarse con nosotros en alemán. Segundo fallo. La pobre mujer se apuraba en explicarnos algo con los dedos, algo que sin llegar a entender, ha terminado por darme una pista de lo que estaba sucediendo.
Aunque por supuesto una parte de mí quería seguir en la ignorancia de:
Calle OK
Número OK
Tras entender algo de un 13 nos hemos vuelto a despedir de la amable señora y caminar de nuevo la calle, al cruzarnos con otros dos lugareños hemos vuelto a preguntar (A uno de ellos le he dado un susto de muerte por las barbas, habrá pensado que era un vikingo) el otro muy amablemente nos ha dicho que estábamos en la calle correcta.
Lo dicho.
Calle OK
Así que por tercera vez hemos vuelto donde la ancianita y esta vez además de las gafas, se ha sacado el teléfono para llamar a alguien a que nos ayudase, eso o a la perrera o la policía para que nos sacasen de allí.
Con ganas de llorar ha surgido nuestro héroe.
¿Os acordáis de la amable pareja del teléfono? Pues el padre de familia ha surgido a lo lejos como nuestro héroe tras recibir una segunda llamada de la dueña del piso y hacer nuestras peores pesadillas realidad.
Calle OK
Número OK
Distrito FAIL
Así es amiguitos, recordar que Budapest tiene calles repetidas según los distritos y no olvidéis meter todos los numeritos en el Google Maps u os puede mandar un poquito más lejos de a tomar por culo. Así pues el buen hombre nos ha acompañado casi hasta la
boca del metro, por piedad o tal vez porque parecíamos tan gilipollas que éramos capaces de volver a donde la anciana por cuarta vez, incluso nos ha dicho muy amablemente que donde mucha gente baja escaleras, eso era el metro.
Tras despedirnos entre mil gracias hemos caminado triunfantes hacia nuestro nuevo rumbo y al cruzarnos con uno de los lugareños, le hemos dicho que ya sabíamos dónde íbamos, es decir, a un metro repleto con nuestro maletón y cruzando la ciudad de lado a lado, porque cuando en la descripción pone un “remanso de paz en el centro de Budapest” suele estar en el centro de la ciudad.
Para terminar como hemos llegado casi dos horas tarde pues la mujer se ha tenido que ir y tras pasar unas horitas en un McDonal´s a la espera de recibir noticias, finalmente hemos llegado a nuestro destino doce horas después de dejar Berlín.
Welcome to Budapest.





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SOLAMENTE UNA PIEZA...