Cuando de pequeño te caías había como consecuencia una herida, un corte y con un poco de suerte una bonita cicatriz para mostrarla a todos tus compañeros de infancia.
Agua oxigenada y un poco de mecrobina era lo único que se necesitaba para olvidarte de esa herida, de volver a tirarte por las campas o rodar entre piedras, como deseando hacerte la siguiente marca en tu cuerpo.
El problema es que cuando las heridas no las cura ni el alcohol, cuando esas heridas son feas, las laceraciones profundas o las cicatrices adquieren un mal color.
Las heridas del odio siempre son peligrosas, pero incluso dentro de lo absurdo, adquieren un sentido, equivocado o no podemos darle una razón.
En cambio las heridas del miedo son tan incoherentes como destructivas, tanto que a veces por temer se causan los peores tajos.
Porque el amor, el odio o la amistad tienen un razón de ser lógica que no tiene el miedo. Es el terror lo que hace que te des cuenta que sufren mucha gente y porque tienes miedo a seguir haciendo daño, finalmente lo haces mas, como si en una espiral de estúpida mieditis te acongojara.
Realmente hay que llegar a un termino, parar en el camino y comprender que no puedes controlar el futuro, que el pasado solo debes mirarlo para aprender y sobre todo que por mucho que lo deseamos, no podemos evitar que la alegría y la tristeza viajen el mismo tren.
Aun así no se puede tener miedo a jugar con el presente y disfrutarlo, sin pensar en las heridas que vendrán, ni mirando las cicatrices del pasado.
Agua oxigenada y un poco de mecrobina era lo único que se necesitaba para olvidarte de esa herida, de volver a tirarte por las campas o rodar entre piedras, como deseando hacerte la siguiente marca en tu cuerpo.
El problema es que cuando las heridas no las cura ni el alcohol, cuando esas heridas son feas, las laceraciones profundas o las cicatrices adquieren un mal color.
Las heridas del odio siempre son peligrosas, pero incluso dentro de lo absurdo, adquieren un sentido, equivocado o no podemos darle una razón.

En cambio las heridas del miedo son tan incoherentes como destructivas, tanto que a veces por temer se causan los peores tajos.
Porque el amor, el odio o la amistad tienen un razón de ser lógica que no tiene el miedo. Es el terror lo que hace que te des cuenta que sufren mucha gente y porque tienes miedo a seguir haciendo daño, finalmente lo haces mas, como si en una espiral de estúpida mieditis te acongojara.
Realmente hay que llegar a un termino, parar en el camino y comprender que no puedes controlar el futuro, que el pasado solo debes mirarlo para aprender y sobre todo que por mucho que lo deseamos, no podemos evitar que la alegría y la tristeza viajen el mismo tren.
Aun así no se puede tener miedo a jugar con el presente y disfrutarlo, sin pensar en las heridas que vendrán, ni mirando las cicatrices del pasado.
0 Comentarios:
Publicar un comentario