CALIGRAFIA FUERA DE LINEAS

No entiendo realmente lo que significa crecer, que es ese bautismo a una madurez en un mundo del que desaparece la ilusión de los colores para marcarte como uno mas.

¿Vale la pena el sacrificio de tus días de pirata?

Dejar atrás todas aquellas conquistas de tu imaginación, todos aquellos pequeñas grandes hazañas, donde un palo era la mejor de las espadas, donde una caja de cartón era el mejor barco y la isla mas desierta era una piedra en la campa de detrás de tu casa.
Me pregunto si el precio de asesinar a la imaginación, tiene la suficiente recompensa en el mundo real.

¿Vale la pena mal dormir en una tienda de campaña cuando tu cuerpo te exige una cama?

Intentar engañar a los huesos y hacerles creer que tu espalda no se resentirá, que tus pies aguantarás y tus oídos no pitarán. Dejarte la garganta en conciertos en los que pareces el hermano mayor del resto de los asistentes, sentirte viejo y viendo en cada uno de esos ojos que te rodean aún no están marcados con la arrugas del tiempo. Esa mezcla de de nostalgia e envidia; entre tristeza y esperanza, por saber que la mayoría de los sueños que reflejan todas esas pupilas acabarán en islas desiertas, tan reales como los sacrificios a los que les someterá la vida.

¿Vale la pena escribir en la intimidad?

Simplemente enlazar palabras, con sus faltas, sin sus comas y menos aún sin sus puntos. Muchas líneas, la mayoría huerfanas de sentido, apenas una decena de las que te sientes orgulloso.
Palabras que devoran tu tiempo, cuentos que se comen tu sueño y hacen que cada vez que suena un nuevo día te arrepientas por haberte perdido entre tus propias fantasías. Sin mirar siquiera el reloj hasta que que la madrugada, ha entrado tanto en tu habitación que se confunde con la mañana.
Todo para que unos pocos ojos lo lean, todo por respetar una sonrisa o regalar unas cuantas neuronas en un bonito papel de regalo.

Tras mucho tiempo pensando, la respuesta llega cuando uno deja de pensar.

No sabré hasta el final si vale la pena, cuando me despidan de este mundo podré valorar si elegí el camino correcto.
De momento se que lo hago porque realmente disfruto, porque no me gustaría dejar atrás mis guerras de piratas.
Porque siempre seré el solitario pistolero que se enfrenta a los malos, porque no habrá mayor cazador de tesoros, porque es mi imaginación, es mi mundo.
Porque nunca dejaré que muera mi Peter Pan, es mi forma de caminar el camino y no quiero, o mejor dicho, no puedo cambiar.
Disfrutar de la música, de ese pequeño tesoro que inventamos. Una de las pocas maravillas que un ser destructor como el ser humano, ha salvado de su estupidez.
Por ella valdría la pena un millón de noches al raso.
Porque ese millón de noches, ese millón de canciones, darán un millón de ideas que acabarán convirtiéndose en líneas. Líneas de mala caligrafía, borrones y notas a pie de página.
Sonriendo bajo ese caos que me caracteriza. Porque no se cuanto me quedará por cumplir de jornada, en este curro que es vivir, lo que tengo claro es que no quiero arrepentirme.
No quiero volver a pensar en como vivir, sino seguir viviendo como pienso.

Si Mandarina, me ha encantado la canción.